Para sentir a un ser que se ha marchado, es necesario que el dolor haya desaparecido o al menos, una gran parte de él, debido a que el dolor nubla, ocupa nuestro corazón y hace que nos centremos en él, impidiéndonos percibir algo diferente. Por lo tanto, estaremos más preparados para conectar, para sentir cuando el dolor haya amainado.
Por otra parte, no debe existir miedo, ni temor, pues anularía la conexión, cerrando de nuevo el corazón.
Nuestros seres queridos podrán experimentar comunicación con el paciente también a través de los sueños. En los sueños todo es posible. Suelen visitarnos, dicen cómo están, les vemos contentos, o escuchamos el mensaje que quieren darnos; y a la vez, podemos hacerles preguntas.
La sanación a través de una terapia de duelo está basada en la comunicación con seres queridos que ya partieron, lo que permite ayudar a los pacientes cuando algo quedó pendiente entre ellos y el fallecido, cuando no se ha podido superar el duelo después de mucho tiempo o cuando no hubo oportunidad de despedirse por lo repentino de la muerte.